- 02 de octubre de 2024
El arquero de Tigres ha demostrado que es un tipo inestable y hasta peligroso.
No se necesita ser Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis, para saber que a Nahuel Guzmán algo no le gira bien en la cabeza.
No habría problema si el arquero de Tigres se limitara a acciones como sacarse una serpentina de la boca, pues eso solo nos haría entender que está necesitado de atención, pero no ocasionaría daño a alguien.
Sin embargo, actos como el que tuvo en el pasado Clásico Regio, en el que de manera cobarde y ruin utilizó un láser en contra de Esteban Andrada, sí requieren no solo de una fuerte sanción, sino de que lo lleven a terapia.
Y no es broma, los altos mandos de Tigres deberían al menos considerar echarle una mano a su desequilibrado arquero para evitar que en un futuro cometa una estupidez aún más seria.
Tampoco es una exageración, Nahuel acumula una larga lista de actos vergonzosos, como los que tuvo con Nico Castillo y Edgar Méndez, tan solo por nombrar algunos. En pocas palabras, es un tipo conflictivo y hasta peligroso.
Por sus condiciones en la cancha, Nahuel podría ser nombrado entre los más grandes arqueros que han jugado en México, como Miguel Marín o Héctor Miguel Zelada, pero debido a su comportamiento errático jamás podrá sentarse en esa mesa.